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octubre 10, 2024

Agilmente

Agilmente

En este Módulo de Lectura Rápida no sólo lograrás acelerar el trabajo de tu lectura, sino que a la vez se te facilitará el proceso de comprensión e incorporación inmediata de los conocimientos. Por lo tanto, mediante la lectura veloz podemos aprender a leer más rápido pero también comprender mejor lo que estamos leyendo.
Ocuparemos técnicas de gimnasia mental que permitan comprender rápidamente los textos y mensajes escritos, y a su vez esto ayudará a incrementar nuestro campo intelectual.
La lectura veloz implica un proceso en el cual se genera un nuevo tipo de conexión entre los dos hemisferios del cerebro, a partir de esta conexión se proyecta una especie de película cerebral con lo que se lee, aprovechando íntegramente el campo mental de cada persona.
El método tradicional de lectura que suele ser como todos leen, generalmente es un proceso lento, suele incluir tres pasos básicos:
Primero se visualiza la información mediante sílabas sueltas, luego se fonetizan esas sílabas en palabras y por último se integra el mensaje al campo cognitivo.
En cambio, la técnica de lectura Rápida consiste en integrar estos tres pasos en uno sólo, con lo cual se impone desde un primer momento una visualización general de la información mediante la percepción de palabras y frases enteras. Ya que desde los años sesenta, se descubrió que con un entrenamiento adecuado los ojos aprenden a moverse más rápido, con lo cual aumenta la cantidad de palabras que es posible decodificar.

Información de interés y complementario
¿Sabías que?
Leer favorece la concentración y la empatía. Alimenta la imaginación, modifica (para bien) el cerebro, nos hace progresar y nos prepara para el éxito.
Favorecer la concentración y la empatía, prevenir la degeneración cognitiva y hasta predecir el éxito profesional son sólo algunos de los beneficios encubiertos de la lectura.
¿Por qué es tan saludable? La lectura es el único instrumento que tiene el cerebro para progresar, nos da el alimento que hace vivir al cerebro. En este preciso instante, mientras usted lee este texto, el hemisferio izquierdo de su cerebro está trabajando a alta velocidad para activar diferentes áreas. Sus ojos recorren el texto buscando reconocer la forma de cada letra, y su corteza inferotemporal, área del cerebro especializada en detectar palabras escritas, se activa, transmitiendo la información hacia otras regiones cerebrales. Su cerebro repetirá constantemente este complejo proceso mientras usted siga leyendo el texto.
La actividad de leer, que el cerebro lleva a cabo con tanta naturalidad, tiene repercusiones en el desarrollo intelectual. “La capacidad lectora modifica el cerebro”, afirma el neurólogo Stanislas Dehaene, catedrático de Psicología Cognitiva hay más materia gris en la cabeza de una persona lectora y más neuronas en los cerebros que leen. El neurocientífico Alexandre Castro-Caldas y su equipo de la Universidad Católica Portuguesa lo demostraron en uno de sus estudios.
Pero no sólo es más empático quien lee, sino también mejor orador. Como dijo Cicerón, “a hablar no se aprende hablando, sino leyendo”. Lejos de la imagen solitaria e introvertida con la que se identifica al lector, lo cierto es que las personas lectoras desarrollan más sus habilidades comunicativas. “Al enriquecer el vocabulario y mejorar la sintaxis y la gramática; aprendemos a hablar adecuada y justamente”, sostiene Gabilondo. Hacer un correcto uso del lenguaje está bien valorado socialmente, por ello, quienes nutren su dialéctica mediante el hábito lector son percibidos por los otros como personas con gran capacidad de liderazgo. Son más apreciados profesionalmente. Según un estudio de la Universidad de Oxford, la lectura por placer predice el éxito profesional. Quien fue un ávido lector en su adolescencia tiene más posibilidades de triunfar en su madurez.
 
En la salud…
Neurólogos y psicólogos recomiendan “la lectura como método preventivo del alzhéimer u otras enfermedades neurodegenerativas”, señala el doctor Pablo Martínez-Lage, coordinador del grupo de estudio de conductas y demencias de la Sociedad Española de Neurología. Cuando una persona comienza a padecer síntomas de demencia y a perder autonomía, influyen dos factores: las lesiones que ha producido la enfermedad y la pérdida de la capacidad de compensar. Compensar es poner a funcionar áreas del cerebro que antes no funcionaban, poner en marcha la reserva cognitiva, es decir, la capacidad intelectual acumulada a lo largo de su vida mediante conocimientos y actividades intelectuales. Para disponer de una buena reserva cognitiva es importante tener una vida intelectualmente activa. “Quienes se mantienen mentalmente en forma a lo largo de su vida, corren menos riesgo de padecer alzhéimer, párkinson o enfermedades cardiovasculares”, concluye Martínez-Lage.
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